miércoles, 11 de enero de 2012

La ruleta rusa **

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Autor: Antón Chéjov 
Dramaturgia de Enric Benavent.
Intérpretes: Josep M. Casany, Rafa Contreras, Yolanda
Muñoz, Ximo Solano, Marina Vuiñals.
Vestuario: Enric García, Raquel Delicado.
Escenografía: Víctor Ballester, Chisqy.
Dirección: Joan Peris.  
Teatro: Círculo de Bellas Artes. (4.10.1999)
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 Es buen marco el Círculo de Bellas Artes para sacar a nuestro teatro de la UVI en la que se encuentra. Esta Muestra de Teatro de las Autonomías Villa de Madrid, que ha dirigido con muy buen criterio José Manuel Garrido, llega a su fin con La ruleta rusa y con Los hermanos Pirracas en Nemequipetá, función ésta que no comentaremos porque fue ya vista –en una sala alternativa, como muchos de los mejores espectáculos- hace ya un año y de la que  dimos cuenta.
         Este montaje lo trae la compañía Micalet, una tradicional y señera sala valenciana,  asociación cultural que en tiempos difíciles supo acoger a lo mejor del Teatro Independiente, en duras funciones que apostaban por una programación de riesgo. Parece que intentan formar una compañía estable: hace algún tiempo nos visitaron con Bailando bailando y ahora con esta compilación de textos de Chéjov. Ni uno ni otro espectáculo guardan relación con aquellas apuestas  de una sala que figura en la memoria del revulsivo, la búsqueda e incluso la subversión directa desde el escenario.
    La ruleta rusa  no es exactamente eso que entendemos por “un Chéjov”, sino un hábil engarce de algunos relatos en los que el autor ruso hacía alarde de su humor, de su capacidad satírica, de su crítica mordaz. Un total de siete títulos, todos ellos deliciosos –más brillantes los que fueron escritos directamente para el teatro-, como el caso de la joya titulada El oso- sin un tema común pero que, sin embargo, descubren algunos de los temas constantes del Chéjov cuentista. Son, por ejemplo, la indefensión del pequeño hombrecito ante las estructuras del poder, o la hipocresía social. Pero en las piezas aquí elegidas,  sorprende el tema de la mujer, a quienes se trata desde una especie de misoginia encantadora haciéndolas aparecer, en los diferentes relatos, como liantas, dominantes , pérfidas, fingidoras (La institutriz), como seductoras a ultranza ( La fama), hipócrita y tramposa buscadora de hombres, o directamente prostituidas y agresivas (El trato, La criatura indefensa). Probablemente, todo aparece algo distorsionado por la pluma de Chéjov, pero a la compañía valenciana le encanta recrearlo.
    Se lo pasan bien haciéndolo, y el público disfruta con un teatro de cierto aroma antiguo, no sólo por Chéjov, sino por su estética, sus formas, su fin último, que tiene una pátina de reliquia. Lo hacen muy bien los actores, algunos de forma sobresaliente –imposible citarlos, porque no se facilita el reparto, sino únicamente sus nombres en orden alfabético- y dirige, Joan Peris –él sí está diferenciado, ostentosamente-, con habilidad; la misma que ha mostrado Enric Benavent para coser los textos.
    No importa que los espectáculos de esta Muestra –diez en total- hayan sido desiguales, porque, en conjunto, han dejado ver una especie de “otro teatro” que la ciudad precisa, y en ese sentido lo despedimos de forma entrañable, esperándolos de nuevo.
Enrique Centeno

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