sábado, 17 de diciembre de 2011

Más o menos amigas **

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Autor: Jaime Salom.
Intérpretes: Silvia Tortosa, Montse Clot, Nicolás Dueñas.
Escenografía y dirección: Manuel Galiana.
Teatro: Reina Victoria. (25.8.1999)
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Jaime Salom
El excelente escritor Jaime Salom ha presentado su casi fijo estreno anual, en esta ocasión anticipándose al inicio de la temporada. El drama Mariposas negras, el policiaco La trama y la comedia histórica El otro William, sus últimos estrenos, hablan por sí solos de una escritura y una imaginación versátil, también con diferentes resultados. Esta Más o menos amigas nació hace ya unos años con otro título, Una noche con Carck Gable, y se estrenó en el teatro Thalía, de Nueva York. La comedia fue creciendo en su escritura y, lo que era prácticamente un monólogo, se construye ahora corporeizando a otro personaje, la amiga-hermana que la protagonista evocaba entonces.
    En realidad, estas dos amigas son hermanas, reencontradas bajo un mismo techo después de largos años de separación. Lo que importa es el contraste de ambas vidas, de actitudes vitales muy diferentes: el conservadurismo de la una –la actriz Montse Clot, que debuta en nuestros escenarios pero que ya hizo la primitiva función en el estreno citado- y el alocamiento bohemio de la otra –Silvia Tortosa-, a las que el autor ha querido hacer ama de casa obsesionada por el orden, y actriz buscando el triunfo, respectivamente. Con este material, Salom crea una serie de encuentros no estructurados rigurosamente, sino más bien como cuadros sueltos y largos parlamentos, o monólogos que delatan el origen de la primitiva escritura. La reafirmación de cada una de ellas en sus roles vitales, los recuerdos de su primera juventud juntas, las permanentes discusiones que no impiden el afecto de fondo.
    Ya se comprenderá que estamos ante una comedia amable, simpática, donde abundan los chistes y el humor, que trata de presidirlo todo. Es un género más difícil de lo que puede parecer, y sus primeras representaciones deberán servir para limar muchas imperfecciones, inseguridades de interpretación, incluso deficiencias mecánicas que se observaron en la siempre nerviosa noche del estreno. Que es, sin embargo, la que el crítico debe comentar aunque en ocasiones, como ésta, le resulte especialmente incómodo.
Se ha cedido la dirección del espectáculo a Manuel Galiana. Y ha ideado éste una escenografía que parece querer evocar una pista de circo, marcada por elementos multicolores que conforman un semicírculo pero que, al mismo tiempo, son tapados por feos elementos de mobiliario convencional. Una cadeneta de luces y un horroroso ciclorama dorado completan el pastiche cuya aparición, apenas alzado el telón, produce incomodidad. No es este el único error del admirado actor, porque su dirección es claramente insuficiente tanto en lo que se refiere a construcción y clarificación de personajes, como al juego escénico y al difícil y depurado ritmo que el género exige. La comedia, además, da la impresión de estar escasamente ensayada, como hecha todavía a medias. Y el resultado es, por todo ello, endeble y, por qué no decirlo, incluso aburrido.
    Esa sensación de función sin terminara alcanza, como es natural, a los intérpretes. Es insuficiente la soltura habitual de Silvia Tortosa, porque le faltan los matices y la agudeza de su personaje; le ocurre lo mismo a Montse Clot, que acusa de modo más ostentoso la falta de trabajo; y hace un brillante pero convencional trabajo Nicolás Dueñas, en el anti-galán que otorga un cierto ingrediente de enredo, también con el procedimiento del largo parlamento. En suma, y aun tratándose de un juguete ligero, lo que se percibe es que el talento de Salom está muy por encima de este producto.
Enrique Centeno

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