martes, 25 de octubre de 2011

Sé infiel... y no mires con quién ***

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Autores: Ray Cooney y John Chapman.
Adaptación de Jaime Azpilicueta.
Intérpretes: Eva Pedraza, Bruno Squarcia, Eva Cobo,
Cristina Goyanes, Felipe Jiménez, Luis Perezagua,
Jorge Munárriz, Asunción Sancho, Marina Lozano.
Dirección: Ramón Ballesteros.
Teatro: Príncipe Gran Vía. (2.12.1999)
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Algodón de azúcar

Es uno de esos grandes títulos de éxito en el género de la comedia. Este montaje fue dirigido en España originariamente por Jaime Azpilicueta, y es previsible que logre el mismo éxito rotundo. Un texto que posee una indudable gracia, tanto en situaciones como en sus vivos diálogos, en el espectáculo se logra que todos sus elementos jueguen con eficacia.
Jaime Azpilicueta
    Lo que se espera del vodevil es que las puertas se abran y cierren en el momento preciso, que los personajes salgan del armario, desaparezcan, se escondan o se den de cara con la precisión de una maqueta de trenes. Y, en efecto, todo ello se produce. También es precisa una estética aceptable y, sobre todo, una frescura en los intérpretes, que en esta clase de comedias son a veces reclutados fuera del ámbito propio de los escenarios. Aquí todo el reparto cumple muy bien sus cometidos, en algunos casos de forma muy notable, como la estupenda creación del aparente “mariquita” que hace Bruno Squarcia: que nadie se asuste, porque el texto no hace facilonas concesiones a los chistecillos homofóbicos, ni bromas de mal gusto sobre la actualidad política, lo cual se agradece enormemente. Está excelente Eva Pedraza, como también Luis Perezagua o, naturalmente, la veterana Asunción Sancho; pero ya queda dicho que el reparto, en conjunto, no tiene fisuras, y Ramón Ballesteros lo ha aprovechado muy bien para organizar las escenas y ensamblarlas con mucha agilidad.
    Le decía a este crítico José Sazatornil “Saza”, en el intermedio de la obra, que “la gente quiere reír, está claro”. Desde luego, en la función que vimos, no de estreno, el regocijo era general. Quiere reír el público cuando acude a un título como éste, claro está: es un género respetable, necesario. Tan atractivo como el algodón de azúcar, todo él evanescente y divertido. Aunque no resista la comparación con un buen estofado, claro está: pero a la gente, diríamos a Saza, también le gusta relamerse con el dulce festín que, en esta función, se diluye inmediatamente, y que después no queda nada y tampoco nos quita el hambre ni nos produce una buena digestión. Lo importante es que no se nos confunda, y Sé infiel...y no mires con quién no lo hace, y además está excelentemente montada.
Enrique Centeno

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