sábado, 17 de diciembre de 2011

Me sale de mi cabecita ***

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Espectáculo creado e interpretado por Alexis Valdés.
Teatro: Alfil. (17.9.1999)
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Tremendo cubano


 A pesar de su juventud, Alexis Valdés lleva en su maleta unos cuantos premios, como actor y humorista, en Cuba, y no hace mucho decidió traérselos a España y buscar aquí acomodo escénico. Me sale de mi cabecita  es un espectáculo que tiene muy ensayado y con muchas representaciones detrás, sin que haya perdido frescura. De modo que da la impresión de que lo hace por vez primera: se ríe de él mismo, parece disfrutar con sus historias, y se hace amigo del público, de forma natural, afable. Se le puede calificar de showman, pero muchas cosas en él delatan que es, sobre todo, un excelente actor, que posee, como valor añadido, la inteligencia de preparar sus propios guiones muy elaborados, donde la chispa, el regocijo continuo, se mezcla con una burla permanente hacia todo lo que le rodea.

         Dice el actor, al comenzar su actuación, que han llegado a confundirle con Dios, licencia que le permite el sueño del todopoderoso; lo que haría y lo que no haría (con los hombres, con este intransigente Papa, con él mismo), y logra paradojas y sinsentidos verdaderamente desternillantes. Y es capaz de pasar, desde esa fingida vanidad, a burlarse de su persona, a realizar afectos, pero tremendas sátiras sobre Cuba, sobre sus gentes, sobre la negritud, sobre el imperialismo norteamericano.
         Lo más interesante de Alexis Valdés es que no trabaja para el público memo, que suele ser el destinatario de la mayor parte de los humoristas en solitario. Sin el histrionismo de Leo Basi, sino más cerca de la acidez cálida de Pepe Rubianes. Sus comentarios y reflexiones contienen siempre complicidades para un público que se mueve en sus mismas claves (en ese sentido, cabría hacerle una objeción: la canción Manuela y sus alusiones a Julio Iglesias, que es la tentación vulgar de todos).
         El teatro Alfil es un buen ámbito para este espectáculo y para su público, fundamentalmente joven, y que desea recuperar el humor devaluado que suele aparecer en la televisión. A Valdeés se le veía feliz después de terminar su hora y media de incansable trabajo, porque el público, entusiasmado, le  dedicó muchísimos aplausos al final.
Enrique Centeno

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