jueves, 6 de octubre de 2011

Combate de negro y de perros **

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Autor: Bernard-Marie Koltès.
Intérpretes: Manuel Tiedra, Malcom Dité, Lorena
Roncero, Raúl Chacón.
Espacio escénico, traducción y dirección: Mikolaj
Bielski y Borja Manero.
Teatro: Réplika. (7.7.10.2011)
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Canes y caínes


Lo primero que escuchamos es al oculto negro: “Soy Alboury, señor, vengo a buscar el cuerpo”. Es la última noche, tras detenerse la gran construcción colonial, en Sudáfrica, donde permanecen aún el veterano capataz, Horn, y el ingeniero Cal; junto a ellos, en el bungalow les acompaña la débil mujer Lion, traída por Horn desde París. Aquí es donde el impresionante Bernard-Marie Koltès cuenta esta historia: un negro que en el cercado de la empresa debió matar al atacador perro que defendía la obra. Es el Combate de negro y de perros.
    Se estrenó en España en 1990, y recordamos muy bien el hermoso montaje de Miguel Narros, en el teatro María Guerrero. Y aquí, las matas y los árboles donde se va escondiendo Alboury, en el reducido espacio del teatro Réplika –con su Compañía Joven-, se sustituyen con cenitales itinerantes en los que se entrevé, en la oscuridad, al personaje, interpretado por el excelente actor Malcolm Sité.
    Es inteligente esta escenografía: una sala de cabaña, muebles de vieja madera, apenas un par de sillas, y una mesa sobre la que siempre circula el whisky. Horn es ya un maduro trabajador trasladado de unos lugares a otros. Lo hace con riqueza Manuel Tiedra, y se convierte lo mismo en un tirano -su relación con la joven Liona es deprimente-, en una perdida aspiración de la que, a veces, asoma una sensibilidad de cierta ternura. No es fácil crear este personaje, y es quien más nos atrae. En esta obra, el verdadero combate son sus enfrentamientos y diálogos con Alboury, tras la muerte de un trabajador antes de traspasar el fuerte.
    Horn quiere ocultar la verdad, el asesinato que cometió Cal –rifle en mano-, el más perro. Desde su frustración infantil, Cal va pasando hacia la furia, el odio y su esquizofrenia, en su racismo criminal y la violación a Lion –bien interpretada por Lorena Roncero-. El actor Raúl Chacón quiere crear el personaje, y en ocasiones consigue no acompañarse, con una potentísima voz que superpone al propio personaje. En ese sentido -exceptuando algunos momentos, especialmente en los últimos minutos de su vida- retumban en los tímpanos sus textos en el acogedor teatro.
    Es un montaje inteligente, rico, cuya escenografía y dirección la comparten Mikolaj Bielski y Borja Manero. Es una de las mejores funciones que hemos visto en el teatro Réplika.
Enrique Centeno

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