domingo, 5 de diciembre de 2010

Contraacciones **

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Autor: Mike Bartlett.

Traducción y versión: Lucy Collin.
Intérpretes: Goizalde Núñez, Pilar Massa.
Escenografía y vestuario: Rafael Garrigós.
Dirección: Pilar Massa.
Teatro: Lara. (20.11.2010)
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Se trata de una empresa internacional donde trabaja Emma, víctima de la tiranía laboral. Su explotación está a cargo de la Directora Gerente –su nombre nunca se menciona, puede estar en todas partes-, que le hace releer su contrato en el apartado quinto –o quincuagésimo- donde se indica la prohibición de relaciones entre sus propios empleados de venta. Y ya vemos, en su primer encuentro, esa sala vacía, limpia, con una larga mesa rectangular y acristalada, en cuya cabecera contemplamos a alguien reconocible, vestida con su impecable traje de sastre. Lo único que le faltaría sería su bata blanca y su mascarilla para evitar cualquier epidemia.
    Situado junto a ello, el espectador se siente como un estudiante de Medicina en el quirófano-aula, para entender mejor la anatomía humana: Emma está ya detectada, ante esos ojos de bisturí, descubriendo sus relaciones con uno de los compañeros. Con la suavidad y el cinismo, pone en marcha su primer ataque. Durante una docena de escenas, irá padeciendo Emma la creciente contra acción de la Empresaria. Espiada dentro y fuera de su trabajo, se han ido observando esas relaciones de amor, incluyendo sus prácticas sexuales.
    El autor Mike Bartlett (Oxford, 1980), apenas conocido en España y considerado como uno de los importantes dramaturgos ingleses, dedica esta obra a la explotación y sumisión en el mundo laboral, al parecer basando esta Contraacciones en datos obtenidos mediante encuestas realizadas en poderosas empresas. La obra utiliza un humor cáustico mezclado con el verdadero drama, manejando formidablemente estas vivas conversaciones entre las dos únicas intérpretes. De esquina a esquina de la mesa, y mano a mano, sus veloces diálogos poseen el ritmo similar a un partido de ping pong. Es cierto que provoca la carcajada, que el público siente al mismo tiempo un cierto realismo. Pero la trabajadora es separada de su amante, soportando el permiso del embarazo y exigiéndole mostrar al bebé muerto, llegando a ser una escena del Teatro Pánico. Aquí, Bartlett crea un decidido final donde ya nadie se ríe.
    Las dos actrices hacen un trabajo admirable. Pilar Massa –que también lo dirige- convierte su natural sonrisa en esa fría y oculta crueldad de la Empresa. Y al otro lado, Goizalde Núñez, muestra al principio una Emma sorprendida, revolviéndose después en una acción de levantamiento y, finalmente, abatida entre lágrimas de destrucción, actúa con emociones para trasladarse de la farsa grotesca hasta la tragedia. Esa noche, todos aplaudimos entusiasmados.
Enrique Centeno

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